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22 Ya no se volverá a escuchar en ti
el son de los arpistas y los músicos,
el son de los que tocan
la flauta y la trompeta.
Ya no habrá en ti artesanos
ni se oirá el rumor
de la rueda molinera.
23 La luz de la lámpara
no alumbrará más en ti,
ni volverán a oírse en tus calles
los cantos del novio y de la novia.
Y es que tus traficantes
llegaron a ser los grandes de la tierra
y con tus sortilegios
engañaste a todas las naciones.
24 Estás manchada con la sangre
de profetas y de consagrados a Dios,
con la sangre de todos
los que han sido asesinados en la tierra.

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